FONOTECA DE ONDA8

Inicio

Entrevista de Paco Linares a esa Gran persona y  deportista  Felix Gancedo.

1ºParte

2ºParte

PERFIL:

 
Datos personales
Edad: 63 años (18-9-1940).
Lugar de nacimiento: Málaga.
Club: Real Club Mediterráneo.
 

Palmarés
Campeonatos de España: 23.
Campeonatos de Europa: Oporto (1972), Finlandia (1974), Valencia (1978) y Oporto (1990).
Campeonatos del mundo: Málaga (1973), Uruguay (1975) y Santiago de la Rivera (1990).
Juegos Olímpicos: Japón (1964), México (1968), Alemania (1972) y Montreal (1976).
Medalla: Oro del Consejo Superior de Deportes.

ALGUNAS COSAS MAS

Es Félix Gancedo (Málaga, 1940) uno de esos deportistas de largo recorrido para quienes el compromiso con la victoria adquiere trascendencia vital, inaplazable en el tiempo, permanente en la memoria. Todavía hoy, con 63 años, desafía a los rivales; todavía hoy, con cuatro Juegos Olímpicos, tres Campeonatos del Mundo y cuatro Europeos, mantiene viva la llama de la competición y late en él un impulso irresistible por probarse y mantener un discurso vivo con el mar, el viento y el sol, «las claves del deporte de la vela», constata. Todavía hoy se permite liderar el 'ranking' andaluz de la clase snipe. Todavía hoy, con el título de leyenda del deporte andaluz, tiene objetivos por cumplir. Sabe, atento, que entre el 22 y el 25 de julio se celebra en Málaga el Campeonato de España.

Simplemente, sin pretender asustar a nadie, avisa: «Quiero ganar». Y esta manía después de haber sido 23 veces campeón de España, en cuatro décadas diferentes (60, 70, 80 y 90). «Voy a por la quinta», declara con ese punto de convencimiento que solo asiste a los campeones por alguna virtud extraña que no alcanza a entender la razón.

Esa virtud, lógicamente, la entiende solo él, y la comparte con quien esto escribe, lo que se agradece. «Verás, trato a la victoria y a la derrota de la misma manera. Yo encontré en la vela un gran equilibrio y de esto me beneficio; son dos opciones y hay que saber entenderlas», resume. Por eso, cuando uno toma la decisión apurada de inquirirle acerca de qué valoración hace de una trayectoria tan brillante, de tantos éxitos seguidos, sin pausa, él reclama que no fue del todo consciente, pero que le permitió acercarse y conocer mejor «el mar, el viento, el sol y los amigos». La inspiración, esa rara virtud de la que dicen que cuando alumbre a uno mejor que le pille trabajando, asistió de manera permanente al regatista, acostumbrado como está a considerarla como un elemento más de la tripulación. Otro ejemplo más de esa extraña virtud que solo ampara a unos pocos. Félix Gancedo reconoce que con la edad perdió fondo, «efectivamente, pero todavía conservo esa capacidad de concentración y ese reflejo para moverme con criterio». Su mensaje se recicla y recupera la materia prima, la energía que le potencia su ánimo y le acerca al éxito, que le descifra el mensaje de la victoria: «El sol, el mar y el viento», repite.

El primer barco

Fue su tía María Antonia, hermana de su madre, la primera que se percató de la soltura con la que su sobrino se manejaba en el agua. Decidió regalarle «un barquito, pequeño, pero que me emocionó tanto que no dejé un momento de apreciarlo». Desde ese momento son 50 años compitiendo, ganando, adornándose de títulos. En cualquier caso, todavía no adivinaba a comprender la magnitud de su trayectoria. No era más que una aventura, consciente él, sí, pero tan proclive a la desaparición como cualquier iniciativa de un niño de su edad. «Yo todavía no comprendía realmente si aquello tendría futuro; sí sabía que me gustaba, pero nada más».

Tampoco se refugió en un único deporte como la vela. Félix Gancedo administró tanto conocimiento como le sugería su capacidad de entrenamiento. Tan pronto se interesó por el remo como se proclamó el primer campeón de España junto a Antonio Rodríguez del Real Club Mediterráneo en 1961, en el Guadalquivir, cuando aventajó en 32 segundos, unos 100 metros, al subcampeón. Ahora, en la inevitable comparación entre una época y otra, recuerda que siempre alimentó su formación «desde la versión más autodidacta», sin más ayuda que su infinita afición y una invencible ambición, sin hueco para la autocomplacencia.

Tuvo la virtud de sobrevivir a la decadencia de los rivales, tal vez porque nunca les preocupó en exceso. «Mi preocupación mayor siempre fue el recorrido, dominarlo», sentencia como clave del éxito. Incluso, sabio, se percató de que la retirada no es más que una opción, nunca una obligación.

 

 

Agregar a Favoritos